Fines de la década de los 80 y un pequeño jugaba con esas figuritas de soldados estadounidenses, sin saber lo que iban a significar para él en la vida. Fue un viaje que marcó su vida y recuerda momentos hasta el día de hoy, pese a no tener más de 10 años de edad.

Como era su costumbre, a cada viaje llevaba a sus juguetes preferidos junto a él. Era una tarde soleada junto al lago Nahuel Huapi y la prima saca de su bolsillo la figura regalona… en varios pedazos que en ese momento fueron imposibles de reparar. Ese momento lo marcó a fuego y ese niño se juramentó volver a tener esa figura algún día… situación que cumplió casi dos décadas después…